El principio gana-gana



Me resulta complicado escribir con tanta claridad algunas cosas que creo nos están pasando.
Antes de oscurecer temas tan importantes  pienso que en casi todos los casos es mejor el silencio hasta que aparezcan  personas que logran, a mi juicio, transmitir con bastante justeza las ideas que no sabemos expresar. Ocurre así con la nota que sigue y escribe Leonardo Boff del que ya subí alguna vez algún otro escrito.


"Si miramos el mundo como un todo, nos damos cuenta de que casi nada funciona como es debido. La Tierra está enferma. Y como, por ser humanos, también somos Tierra —hombre viene de humus—, nos sentimos asimismo en cierta manera enfermos.


Parece evidente que no podemos proseguir en ese rumbo, pues nos llevaría a un abismo. Hemos sido tan insensatos en las últimas generaciones que hemos construido el principio de autodestrucción, al que hay que sumar el calentamiento global irreversible. Esto no es una fantasía de Hollywood. Entre aterrados y perplejos, nos preguntamos: ¿cómo hemos llegado a esto? ¿Cómo vamos a escapar de esta situación global sin salida? ¿Qué colaboración puede aportar cada persona?

En primer lugar, hay que entender cuál es el eje estructurador de la sociedad-mundo, principal responsable de este peligroso itinerario. Es el tipo de economía que hemos inventado, con la cultura que la acompaña, que es de acumulación privada, de consumismo no solidario al precio de saquear la naturaleza. Todo se ha hecho mercancía para el intercambio competitivo. Dentro de esta dinámica sólo el más fuerte gana. Los otros pierden, o se agregan como socios subalternos o desaparecen. El resultado de esta lógica de competición de todos contra todos y de la falta de cooperación es la transferencia fantástica de riqueza para unos pocos fuertes, los grandes consorcios, al precio del empobrecimiento general.

Hay que reconocer que durante siglos, este intercambio competitivo ha conseguido abrigar a todos, mal que bien, bajo su paraguas. Creó mil facilidades para la existencia humana. Pero hoy, las posibilidades de este tipo de economía están agotándose como lo ha puesto en evidencia la crisis económico-financiera de 2008. La gran mayoría de los países y de las personas se encuentran excluidas. Brasil mismo no pasa de ser un socio subalterno de los grandes, para el cual se reserva la función de ser un exportador de materias primas y no un productor de innovaciones tecnológicas que le darían los medios de moldear su propio futuro. Todavía no nos hemos descolonizado totalmente. O cambiamos o la Tierra corre peligro. ¿Dónde buscar el principio articulador de otra forma de vivir juntos, de un sueño nuevo hacia delante? En momentos de crisis total y estructural debemos consultar la fuente originaria de todo: la naturaleza. Ella nos enseña lo que las ciencias de la Tierra y de la vida hace mucho nos están diciendo: la ley básica del universo no es la competición, que divide y excluye, sino la cooperación, que suma e incluye. Todas las energías, todos los elementos, todos los seres vivos, desde las bacterias a los seres más complejos son interdependientes. Una urdimbre de conexiones los envuelve por todas partes, haciéndolos seres cooperativos y solidarios, contenido mayor del proyecto socialista. Gracias a esta urdimbre hemos llegado hasta aquí y podemos tener futuro por delante.

Aceptado este dato, estamos en condición de formular una salida para nuestras sociedades. Hay que hacer de la cooperación, conscientemente, un proyecto personal y colectivo, cosa que no se vio en Copenhague en la COP-15 sobre el clima. En vez del intercambio competitivo donde sólo uno gana y los demás pierden, debemos fortalecer el intercambio complementario y cooperativo, el gran ideal del «bien vivir» (sumak kawsay) de los andinos, mediante el cual todos ganan porque todos participan. Hay que asumir lo que la mente brillante del Nóbel de matemáticas John Nesh formuló: el principio gana-gana, por el cual todos, dialogando y cediendo, salen beneficiados sin que haya perdedores.

Para convivir humanamente inventamos la economía, la política, la cultura, la ética y la religión. Pero hemos desnaturalizado estas realidades «sagradas» envenenándolas con la competición y el individualismo, desgarrando así el tejido social.

La nueva centralidad social y la nueva racionalidad necesaria y salvadora están fundadas en la cooperación, en el pathos, en el sentimiento profundo de pertenencia, de familiaridad, de hospitalidad y de hermandad con todos los seres. Si no realizamos esta conversión, preparémonos para lo peor.

- Leonardo Boff es teólogo, autor de Cuidar da Terra - salvar a vida de próxima aparición editado por Record (2010).

4 comentarios:

Movimiento Evita Madariaga dijo...

excelente decir mas seria oscurecer

Fermín Rigoni dijo...

Una realidad.

Helvia Catena dijo...

Estoy de acuerdo. Palabras bien encontradas.

Alejandra Guzzini dijo...

Una realidad que espanta, lamentablemente lo dañado es irrecuperable, el empobrecimiento de la tierra puede recuperarse hasta cierto punto,ya que los nutrientes han ido desapareciendo, con la tala indiscriminada,el cultivo indiscriminado, vertederos basurales,etc..etc..etc...
Demasiados intereses en juego, y en realidad habría que revertir,reeducar y concienciar a todos los que "la vivimos".

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