El tiempo es relativo, se expande o se contrae según nuestra velocidad. Este dato de la física pura que contradice nuestro sentido común, es un fenómeno aceptado y comprobado en mas de una oportunidad.
Sin embargo de lo que nos referimos hoy es a la percepción, a la sensación de cómo transcurre el tiempo que también es relativo.
No es el mismo registro del paso del tiempo, si estamos entretenidos o aburridos, cuando lo que observamos nos gusta, el tiempo parece acelerarse, mientras que si lo que vemos o sentimos es aburrido el tiempo se enlentese.
En estos casos ya no es el fenómeno cuantificable de la dilatación del tiempo propuesta por Einstein, sino la sensación personal de cuanto tiempo pasó mientras observamos un fenómeno dado.
El estado de ánimo y el nivel de conciencia también pueden influir en nuestra percepción. Si estamos alegres pasará mas rápido que si estamos tristes. Al igual que si tenemos sueño o estamos en plena vigilia alterará nuestra percepción.
Como hace la conciencia para calcular cuanto tiempo pasa de un fenómeno a otro? Mas allá de los datos sutiles o evidentes que puede registrar del mundo exterior (posición del sol, necesidad de alimentos, observación del desarrollo de procesos naturales, etc) parecería que hubiera un reloj interno, un contador que registra la cantidad de impulsos que llegan del medio y las respuestas que la conciencia da, que a mayor atención al exterior, mas rápido se hace la captación de información, dando la sensación que el tiempo pasa rápidamente.
Por otra parte si por desagrado o nivel de conciencia bajo, la atención se diluye, la captación de información se hará mas lenta y la sensación del paso del tiempo la acompañará.
Ahora bien que pasa durante el sueño? Los contactos con el exterior se hacen mínimos y la atención se vuelve a los contenidos internos de la memoria y está comprobado científicamente que lo que para nosotros es un largo sueño en realidad solo fueron unos segundos de proceso.
La capacidad de nuestro cerebro de procesar gran cantidad de imágenes en tan poco tiempo origina esta “ilusión” de sueño prolongado.
Y entonces que pasaría al filo de la muerte? Ahí como en el sueño los contactos con el exterior se van rompiendo, los sentidos exteriores trabajan un mínimo hasta su desconexión total y la conciencia solo le queda los recuerdos para operar.
Creemos que aquí se podría producir un fenómeno extraordinario, que es la detención del reloj interno que antes mencionamos. Ya no habría posibilidad de captar el paso del tiempo y en ese “segundo último” cuando la vida se va, podría parecer, al que se muere, que es una eternidad.
Nada de lo que haya experimentado anteriormente se lo compara porque siempre había una conexión con el mundo exterior aunque sea mínima. En el caso de la muerte toda conexión desaparece y con ella la posibilidad de calcular cuanto tiempo pasa.
Sabemos que en estas circunstancias la conciencia no se detiene inmediatamente, seguirá un tiempo mas procesado los contenidos de la memoria, ira observando como fueron aquellos momentos destacables de la vida, tanto buenos como malos, desde el mismo momento de nacer, intentará una integración de esos contenidos y si lo logra podrá estar en paz consigo mismo. De lo contrario si el balance fuera negativo, ese último segundo de existencia se hará una eternidad de reproche y remordimiento muy parecido al concepto cristiano del infierno.
Así podríamos decir que esos conceptos de cielo e infierno después del juicio final que habían sido colocados fuera y luego de la muerte física, serían procesos que ocurren realmente, pero sin la necesidad de un planteo metafísico o de un mundo ultraterreno espiritual.
Si bien no descartamos que mas allá de la vida pueda haber otra existencia, lo que decimos es que sin la necesidad de una creencia espiritual los fenómenos se producen igual y hasta el más acérrimo ateo pasará por esta realidad física, unos segundos antes de morir.
Y que a la luz de este planteo ya no es indiferente lo que uno haga con su vida, porque aunque se reniegue de la eternidad espiritual, existe una eternidad (por lo menos el registro de una eternidad) para el que se está muriendo, y ese “segundo eterno” final podrá ser puro dolor o felicidad según haya sido la vida.
2 comentarios:
Muy buen tema Jorge, me parece que manejás muy bien estos conceptos, da para unas buenas charlas.
Gracias Dani, cuando quieras lo hacemos
Publicar un comentario