de La Rioja
Los niños y el delito
En la retina de la última mirada de terror, la maestra Sandra Almirón y la arquitecta y catequista Renata vieron adolescentes casi niños, ambas mujeres pacíficas y trabajadoras tenían un compromiso social que cumplían con profunda vocación por los menores y fueron muertas justamente por dos casi niños, uno de ellos fue alumno de la maestra asesina.
Aquí un niño de nueve años fue cómplice del ataque a una estudiante universitaria.
Esto seguramente es anecdótico frente a la estadísticas de la Justicia bonaerense: 76 delitos cometidos por menores y un promedio de 23 crímenes por mes cometidos por chicos menores de 18 años; no tengo la información del resto del país pero es de imaginar, sólo el 30 del 11 se produjeron 279 delitos graves por menores.
Por el momento, la niñez es inimputable porque fundamentalmente está en un tiempo de la maduración de la emotividad y de los valores, muchos pasan ese tiempo con circunstancias durísimas de la vida que los alejan de esos valores presentando un alto riesgo para la sociedad.
Una persona mayor que delinque es peligrosa para la sociedad, pero un niño delincuente lo es más porque agrega inconsciencia y hasta ignora las consecuencias de sus actos; hay miles de chicos en la marginalidad en la droga y en el desamparo.
Un niño delincuente es además un niño que sufre, un ser humano al que se le está negando el derecho de vivir una etapa que debería ser privilegiada y cae en la delincuencia por muchas causas de las que todos somos responsables, gobierno, sociedad, y nosotros mismos.
Un niño no debe ser tratado como un adulto, tampoco peor que un adulto, se trata de encontrar un punto medio que preserve la seguridad pública y a la vez considerarlo en condiciones de dignidad por una sociedad que lo colocó fuera de la infancia, un niño delincuente correctamente amparado y alentado puede ser un adulto recuperado.
Se han cometidos demasiados errores en el tratamiento de la minoridad, por no saber qué hacer, olvidando que este país tiene excelentes psicólogos, antropólogos, sociólogos, filósofos y educadores para dar una idea como plantear la prevención de la delincuencia infantil y administrar la mejor justicia frente a los hechos consumados, para organizar la recuperación en reemplazo de la penalidad, un niño delincuente es una sombra para el futuro según reciba ayuda o castigo adecuado.
Si no se gasta dinero del fisco para el amparo social que signifique elevar la calidad de vida y sacar a los niños de la cadena de la pobreza, de la droga y falta de escolaridad.
No hacen falta más cárceles oprobiosas, ni reformatorios, hacen falta más escuelas, más hogares de recuperación con presupuesto adecuado y personal adecuado, los argentinos tiemblan ante los menores que matan y mutilan sin piedad, y nadie es una excepción, niños asesinos que matan a compañeros de colegios, pequeños artífices del horror que preferimos excluir de nuestra realidad, olvidando que hay otra realidad, la de la pobreza y la de la incultura; que no mejora con dádiva transitorias.
Cada niño delincuente tiene un origen que hay que contemplar, nadie nace de gajo. Es verdad que hacen falta más policías, más leyes o mejores leyes. Pero los que la administran deben saber por lo menos rudimentos de psicología infantil y sobre todo saber de dónde vienen y no sacar el hecho criminal del contexto de inseguridad que vive la sociedad.
Nadie puede estar en contra de la prevención y de la seguridad. Tampoco mirar para otro lado.
La preocupación de la sociedad debe ser la preocupación de los poderes.
En algunos países como España por ejemplo se empeñaron a estimular el deporte y crearon miles de centros deportivos con captación sociológica de grupo de alto riesgo de criminalidad, además creó poblaciones cautivas obligatorias para el área de riesgo sólo para enseñarles y darles alimentación adecuada y deportes seleccionando niños y adolescentes con trabajadores sociales trabajando en las mismas trincheras de los grupos marginales.
Si no sabe qué hacer por más sensibilidad que se quiera demostrar con discursos, no se progresará si no hay humildad para convocar a los especialistas que puedan ayudar, pero hay que destinar presupuestos adecuados y saber dónde va ese dinero.
La inequidad estructural como base de una sociedad desencantada, los narcotraficantes y los más de mil laboratorios de Paco que hay en el país hacen su parte, sólo para ellos debe haber mano dura y todo debe ser contemplado en el Régimen Penal Juvenil, por el momento da la impresión que no saben qué hacer.
Salomón Danón
sdanon@gmail.com
LA RIOJA
1 comentarios:
A mí me sigue impresionando la paradoja del alumno que participó de la muerte de su propia maestra en Derqui, hace pocos días ...
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