COPENHAGUE–“Los políticos hablan, los líderes actúan” decía el cartel en la entrada del Bella Center en Copenhague, el día en que se inauguró la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Dentro del centro de conferencias, las delegaciones oficiales de 192 países y cientos de ONGs –alrededor de 15.000 personas en total- están participando de dos semanas de reuniones con el fin de lograr un acuerdo mundial para evitar el catastrófico cambio climático en el mundo. Cinco mil periodistas están cubriendo el evento.
Afuera, Copenhague se transformó en un efervescente centro mundial de activismo, foros y planificación de protestas contra el cambio climático. En una plaza, la escultura de hielo de un oso polar se derrite día a día, y una exposición de fotografía al aire libre muestra los “100 lugares para recordar antes de que desaparezcan”.
Mientras la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos designó esta semana al dióxido de carbono como una amenaza a la salud pública, el Presidente Barack Obama dijo que no hay posibilidades de que surja un acuerdo vinculante de esta cumbre. Muchos ven a Estados Unidos como uno de los principales obstáculos para ello y están aprovechando la oportunidad para reclamar un papel de liderazgo en lo que el escritor y activista ambientalista Bill McKibben describió como “el encuentro diplomático más importante en la historia del mundo”. No solo están en juego las normas que regirán la economía mundial, impulsada por los combustibles fósiles durante más de un siglo, sino también la propia existencia de algunas naciones y culturas, desde los trópicos al ártico.
La República de Maldivas, una isla en el Océano Índico, envió a Mohamed Axam Maumoon, de 15 años de edad, como su embajador del clima. Luego de asistir al Foro Infantil sobre el Clima, me dijo: “Estamos vivendo al borde del precipicio, todo el mundo está hablando de esto ahora, porque nuestro país es tan frágil, en el sentido de que solamente nos protegen barreras naturales, como los arrecifes de coral y las playas de arenas blancas. Pero más allá de eso, no tenemos las necesidades básicas cubiertas ni los fondos necesarios para de hecho construir, digamos, barreras, barreras artificiales alrededor de la isla. Entonces estamos totalmente sujetos al cambio climático”.
La mayoría de las 200 islas habitadas de las Maldivas se encuentran, a lo sumo, a un metro sobre el nivel del mar y el aumento del nivel del mar previsto dejaría al país bajo el agua. A su corta edad, Axam entiende la enorme amenaza que él y su país enfrentan y formula la pregunta que tiene para los habitantes del mundo desarrollado de una manera cruda: “¿Ustedes cometerían este homicidio, incluso aunque les estemos suplicando que tengan piedad y que dejen de hacer lo que están haciendo, que cambien su modo de vida y dejen que nuestros hijos vean el futuro que queremos construir para ellos?”.
Mucho más al norte, en Arctic Village, Alaska, los pueblos indígenas luchan por su supervivencia. Sarah James es una anciana que preside el Comité de Dirección del pueblo Gwich’in. La conocí esta semana en el Klimaforum09 en Copenhague, también denominado ‘La Cumbre del Pueblo’. Sarah me dijo: “El cambio climático, el calentamiento global son reales en el Ártico. Hay mucha erosión debido a que las capas subterráneas de hielo se está derritiendo. Cuando eso sucede el agua corre hacia otro lago, otra agua, otra corriente de agua, cuando la tierra se agota. Y luego, después de eso se seca, y provoca muchos incendios y mucha erosión. Y el fuego se extingue y provoca sequía. Y el verano pasado, hubo un incendio durante todo el verano, no había visibilidad. En la primavera pasada, 20 aldeas se inundaron a lo largo de Yukon. Y a lo largo de Yukon, hay alrededor de sesenta aldeas dentro de la zona de Yukon, que se quedaron sin pescado”.
Las economías emergentes, como China e India, están creciendo rápidamente y se están convirtiendo en unos de los mayores emisores de carbono; sin embargo ninguno se acerca a los niveles de emisión per cápita de Estados Unidos. Contando apenas con el 4 por ciento de la población mundial, Estados Unidos produce alrededor del 25% de los gases de efecto invernadero del mundo. El modelo del siglo pasado fue claro: si quieren escapar de la pobreza, hagan crecer a su economía mediante la industrialización, usando combustibles fósiles como su principal fuente de energía. Sin embargo, las naciones ricas aun no están dispuestas a pagar el daño ambiental que causaron, o a cambiar en forma considerable el modo en que funcionan.
El autor Ross Gelbspan dice que la pobreza es la raíz del problema: erradiquen la pobreza y la humanidad podrá resolver la crisis climática. Gelbspan afirma que orientar el planeta hacia el desarrollo de una economía ecológica puede constituir el mayor programa de empleo de la historia, puede crear más igualdad entre los países, y es necesario implementarlo de inmediato para evitar una catástrofe.
El martes, en un intervalo de las sesiones en el Bella Center, un grupo de activistas disfrazados de extraterrestres, con trajes espaciales blancos, piel verde y anteojos protectores irrumpió en la zona de la cafetería, que estaba repleta de miles de personas. “¡Llévennos con sus líderes del clima!” exigieron. “¡Múestrennos su tratado vinculante!”. En el clima diplomático enrarecido de la cumbre, estas humoradas llaman la atención. Pero los pedidos del mundo en vías de desarrollo, tanto dentro como fuera de la cumbre, de reducir las emisiones y compensar a los países de África, Asia y América Latina por los efectos devastadores del calentamiento global que ellos no provocaron, no son motivo de risas.
Los manifestantes están delineando una estrategia de confrontación para la semana próxima, ya que más de 100 líderes mundiales llegarán a Copenhague para participar de la cumbre. La consigna de lucha en el Klimaforum09 fue expresada la primera noche por Nnimmo Bassey, de la organización ambientalista Environmental Rights Action de Nigeria: “Nos mueven tres palabras clave. Y me gustaría que las repitieran en voz alta. La primera palabra es movilizar, la segunda es resistir y la tercera, transformar. Resistir, movilizar, transformar”. La gente lidera, mientras los políticos hablan.
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2009 Amy Goodman
Afuera, Copenhague se transformó en un efervescente centro mundial de activismo, foros y planificación de protestas contra el cambio climático. En una plaza, la escultura de hielo de un oso polar se derrite día a día, y una exposición de fotografía al aire libre muestra los “100 lugares para recordar antes de que desaparezcan”.
Mientras la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos designó esta semana al dióxido de carbono como una amenaza a la salud pública, el Presidente Barack Obama dijo que no hay posibilidades de que surja un acuerdo vinculante de esta cumbre. Muchos ven a Estados Unidos como uno de los principales obstáculos para ello y están aprovechando la oportunidad para reclamar un papel de liderazgo en lo que el escritor y activista ambientalista Bill McKibben describió como “el encuentro diplomático más importante en la historia del mundo”. No solo están en juego las normas que regirán la economía mundial, impulsada por los combustibles fósiles durante más de un siglo, sino también la propia existencia de algunas naciones y culturas, desde los trópicos al ártico.
La República de Maldivas, una isla en el Océano Índico, envió a Mohamed Axam Maumoon, de 15 años de edad, como su embajador del clima. Luego de asistir al Foro Infantil sobre el Clima, me dijo: “Estamos vivendo al borde del precipicio, todo el mundo está hablando de esto ahora, porque nuestro país es tan frágil, en el sentido de que solamente nos protegen barreras naturales, como los arrecifes de coral y las playas de arenas blancas. Pero más allá de eso, no tenemos las necesidades básicas cubiertas ni los fondos necesarios para de hecho construir, digamos, barreras, barreras artificiales alrededor de la isla. Entonces estamos totalmente sujetos al cambio climático”.
La mayoría de las 200 islas habitadas de las Maldivas se encuentran, a lo sumo, a un metro sobre el nivel del mar y el aumento del nivel del mar previsto dejaría al país bajo el agua. A su corta edad, Axam entiende la enorme amenaza que él y su país enfrentan y formula la pregunta que tiene para los habitantes del mundo desarrollado de una manera cruda: “¿Ustedes cometerían este homicidio, incluso aunque les estemos suplicando que tengan piedad y que dejen de hacer lo que están haciendo, que cambien su modo de vida y dejen que nuestros hijos vean el futuro que queremos construir para ellos?”.
Mucho más al norte, en Arctic Village, Alaska, los pueblos indígenas luchan por su supervivencia. Sarah James es una anciana que preside el Comité de Dirección del pueblo Gwich’in. La conocí esta semana en el Klimaforum09 en Copenhague, también denominado ‘La Cumbre del Pueblo’. Sarah me dijo: “El cambio climático, el calentamiento global son reales en el Ártico. Hay mucha erosión debido a que las capas subterráneas de hielo se está derritiendo. Cuando eso sucede el agua corre hacia otro lago, otra agua, otra corriente de agua, cuando la tierra se agota. Y luego, después de eso se seca, y provoca muchos incendios y mucha erosión. Y el fuego se extingue y provoca sequía. Y el verano pasado, hubo un incendio durante todo el verano, no había visibilidad. En la primavera pasada, 20 aldeas se inundaron a lo largo de Yukon. Y a lo largo de Yukon, hay alrededor de sesenta aldeas dentro de la zona de Yukon, que se quedaron sin pescado”.
Las economías emergentes, como China e India, están creciendo rápidamente y se están convirtiendo en unos de los mayores emisores de carbono; sin embargo ninguno se acerca a los niveles de emisión per cápita de Estados Unidos. Contando apenas con el 4 por ciento de la población mundial, Estados Unidos produce alrededor del 25% de los gases de efecto invernadero del mundo. El modelo del siglo pasado fue claro: si quieren escapar de la pobreza, hagan crecer a su economía mediante la industrialización, usando combustibles fósiles como su principal fuente de energía. Sin embargo, las naciones ricas aun no están dispuestas a pagar el daño ambiental que causaron, o a cambiar en forma considerable el modo en que funcionan.
El autor Ross Gelbspan dice que la pobreza es la raíz del problema: erradiquen la pobreza y la humanidad podrá resolver la crisis climática. Gelbspan afirma que orientar el planeta hacia el desarrollo de una economía ecológica puede constituir el mayor programa de empleo de la historia, puede crear más igualdad entre los países, y es necesario implementarlo de inmediato para evitar una catástrofe.
El martes, en un intervalo de las sesiones en el Bella Center, un grupo de activistas disfrazados de extraterrestres, con trajes espaciales blancos, piel verde y anteojos protectores irrumpió en la zona de la cafetería, que estaba repleta de miles de personas. “¡Llévennos con sus líderes del clima!” exigieron. “¡Múestrennos su tratado vinculante!”. En el clima diplomático enrarecido de la cumbre, estas humoradas llaman la atención. Pero los pedidos del mundo en vías de desarrollo, tanto dentro como fuera de la cumbre, de reducir las emisiones y compensar a los países de África, Asia y América Latina por los efectos devastadores del calentamiento global que ellos no provocaron, no son motivo de risas.
Los manifestantes están delineando una estrategia de confrontación para la semana próxima, ya que más de 100 líderes mundiales llegarán a Copenhague para participar de la cumbre. La consigna de lucha en el Klimaforum09 fue expresada la primera noche por Nnimmo Bassey, de la organización ambientalista Environmental Rights Action de Nigeria: “Nos mueven tres palabras clave. Y me gustaría que las repitieran en voz alta. La primera palabra es movilizar, la segunda es resistir y la tercera, transformar. Resistir, movilizar, transformar”. La gente lidera, mientras los políticos hablan.
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2009 Amy Goodman
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