¿CÓMO LO DECIMOS?

Observemos la enseñanza de esta historia guardada
a lo largo del tiempo como un tesoro de Conocimiento.


Cuentan que en una ocasión,
un sultán soñó que había perdido todos los dientes.
Después de despertar, ordenó llamar a un adivino
para que interpretase su sueño.


- ¡Qué desgracia, mi señor! – exclamó el adivino –
cada diente caído representa 
la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.


- ¡Qué insolencia! – gritó el sultán enfurecido –
¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!


Llamó a su guardia y ordenó que le encerraran durante una semana y que le dieran cien latigazos. Más tarde ordenó que le trajesen a otro adivino y le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al sultán con muchísima atención, le dijo:


- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada.
El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.


Se iluminó el semblante del sultán con una gran sonrisa y ordenó
que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del palacio,
uno de los cortesanos le dijo admirado.


- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que la del primer adivino. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y una semana de calabozo y a ti con cien monedas de oro.

- Recuerda bien, amigo mío – respondió el segundo adivino – que todo depende de la forma en el decir. Uno de los grandes desafíos de la humanidad, es aprender el arte de comunicarse. De la forma como nos comunicamos depende, la mayoría de las veces, la felicidad o la desgracia de las personas, la paz o la guerra entre los pueblos. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, más la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero, si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente, será aceptada con agrado.

2 comentarios:

Daniel M. Rigoni dijo...

Comunicación/cultura

Miguel Martín dijo...

Sabés que pasa Helvia?. Yo personalmente, vengo de muchos años de "malos tratos" de funcionarios de "cuarta", (también te hablo del ámbito laboral), que porque usan una corbata fina o tienen un buen auto, gracias a sus suculentos sueldos, (generalmente por "amiguismo"), se han creído los dueños de la verdad absoluta, y honestamente, ya no les tengo paciencia, y les pongo el espejo para que se reflejen ..., o sea, los trato, como nos han tratado ellos.
Quizás tenga toda la razón tu historia, pero dejame descargar un poco. Me sale más barato que ir al analista ...

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