ASOCIACIONES AMIGOS, LOS QUE TODAVIA TRABAJAN POR AMOR AL ARTE

Domingo 13.01.2002

Clarín.com » Edición Domingo 13.01.2002 » Sociedad » "Asociaciones de amigos: los que todavía trabajan por amor al arte"

QUIENES SON Y COMO FUNCIONAN ESTAS ORGANIZACIONES, Asociaciones de amigos que todavía trabajan por amor al arte. En los museos, se ocupan de lo invisible: desde reparar humedades hasta comprar las bebidas para una inauguración. Aunque trabajan a la par de las autoridades, no tienen poder de decisión.
Laura Gentile. de la redacción de Clarín: "Hay que comprar el artefacto que pidió el jardinero", le avisa Alicia Doglio de Faltracco, presidenta de la Asociación Amigos del Museo Sívori a Lys Grimaldi, también de la comisión directiva. Sentadas en la confitería del Museo miran orgullosas el jardín de esculturas: creado por la Asociación hace un año, lleva el nombre de la mamá de Lys, Yvelise Grimaldi, una de las primeras socias. "Ella dio la vida por este museo", dicen.Alicia y Lys recorren las salas del Sívori atentas a cualquier detalle, lo cuidan como si fuera su casa. Sin embargo no pueden tomar decisiones como harían en su hogar, "no podemos decir nada sobre ningún empleado ni meternos en el presupuesto, estamos para ayudar en lo que nos pida la directora". Así queda definida la prueba más difícil que debe realizar un miembro de una Asociación de Amigos de Museo: el renunciamiento. ¿Por qué? Porque su función es recaudar fondos para ayudar al mejor funcionamiento del museo. Pero la inversión de esos fondos no siempre es decidida por quienes se encargaron de juntarlos. "Hacemos lo que no se ve —sintetiza Alicia—, los vidrios limpios, el arreglo del aire acondicionado. Nos encantaría enriquecer el patrimonio, organizar becas, pero tenemos que dedicarnos a situaciones de compromiso inmediato".
En el 2000, la Asociación destinó 80.000 dólares al mantenimiento del edificio, pago de guardia de fin de semana, gastos de muestras, entre otros ítems.Esto se repite en la mayoría de los museos y centros culturales: las asociaciones suelen encargarse desde de la reparación de costosos equipos de aire acondicionado y la mejora del servicio de sanitarios hasta de conseguir el vino para una inauguración o cambiar una lamparita."Nosotros estamos para ayudar en todas las necesidades que el Estado no puede cubrir", explica Marion Eppinger, coleccionista de arte y miembro, desde hace dos años, de la comisión directiva de la Asociación Amigos del Museo de Arte Moderno. Necesidades que —afirma— son muchas. "Con el presupuesto apenas alcanza para sueldos y material de infraestructura —asegura—, para las muestras tenemos que conseguir todo privadamente, la impresión de los catálogos, los sponsors"."Es cierto que la asociación suple necesidades que el Estado no puede cubrir, pero también es cierto que una entidad cultural, a medida que va creciendo y desarrollándose, siempre va a necesitar más recursos", define Alejandro Corres, presidente de la Asociación de Amigos del Centro Cultural Recoleta y uno de los miembros fundadores, en 1991. Marion coincide. Por ley, los museos no pueden recibir donaciones ni cobrar entrada. Por eso los bonos que se pagan a modo de entrada los cobran, en realidad, las asociaciones.¿Cómo recaudan el dinero? Por un lado, están los aportes de los miembros, con cuotas que van de los $25 a los $1.500 anuales. También a través de la organización de cursos, talleres, seminarios y la venta de reproducciones de obras del Museo, libros de arte y otros objetos que venden en sus propios stands.Cada asociación realiza un evento especial al año: el Museo Sívori los remates de obras; el Centro Cultural Recoleta la fiesta 200x200x200, el Palais de Glace los remates de platos pintados por artistas y el Museo de Arte Moderno los desfiles El arte está de moda. Cada asociación tiene entre 100 y 800 miembros. Las comisiones directivas suelen estar formadas por 15 socios. Trabajan ad honorem y, muchos aseguran que la dedicación es full time."Yo vengo todos los días", explica Nelly Arrieta de Blaquier, presidenta desde hace años de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes. Con un vestido de mariposas, está sentada a la mesa de la comisión directiva que incluye nombres como el de José Rohm, uno de los dueños del Banco General de Negocios o Eduardo Grunneisen, ex petrolero y actual dueño de Yenny y El Ateneo. "Es bueno tener la opinión de gente de los negocios", explica.El caso de esta Asociación es especial. Con sus recién cumplidos 70 años es la más antigua y la que más socios tiene (800). Es como la hija rica e independiente, ya que tiene su propio edificio, su propio auditorio y sus propios talleres.La Asociación está de espaldas al Museo. Su ubicación es una especie de metáfora: las peleas entre Nelly y el director del Bellas Artes tomaron en 1998 estado público. Aunque eso parece formar parte del pasado. Nelly no dice mucho al respecto. La Asociación sigue pagando ciertos servicios como los guardianes los sábados, domingos y feriados y los de vacaciones de invierno y de verano. En el 2000 realizaron un aporte de $230.107.Según coinciden todos los Amigos, sus roles y los de los directores de los museos están bien diferenciados. La Asociación no influye en el manejo del presupuesto oficial ni se mete en la programación.¿Y qué pasa si hay cosas que no gustan? Silencio. Todos son muy cuidadosos cuando hablan, no quieren herir suceptibilidades. Y parecen no encontrar una salida a las limitaciones que implica el aporte privado en una gran estructura estatal. Nelly en cambio tiene otra política: "Yo no me puedo meter en eso, pero sí puedo decidir qué hago con la plata".
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