Para la cátedra de Literatura
Enrique Buenaventura estaba bebiendo ron en una taberna de Cali, cuando un desconocido se acercó a la mesa. El hombre se presentó, era de oficio albañil, a sus órdenes, para servirlo:
Necesito que me escriba una carta. Una carta de amor.
¿Yo?
Me han dicho que usted puede.
Enrique no era especialista, pero hinchó el pecho. El albañil aclaró que él no era analfabeto:
Yo puedo escribir. Pero una carta así, no puedo.
¿Y para quién es la carta?
Para... ella.
¿Y usted qué quiere decirle?
Si lo sé, no le pido.
Enrique se rascó la cabeza.
Esa noche, puso manos a la obra.
Al día siguiente, el albañil leyó la carta:
Eso dijo, y le brillaron los ojos. Eso era. Pero yo no sabía que era eso lo que yo quería decir.
Eduardo Galeano
3 comentarios:
ta complicado no?
me encantó... Por dos cosas, es sumamente enternecedor y además enseña
que se puede pedir a otro lo que uno no sabe. Pareciera obvio mi comentario, pero muchas veces por h o por v, me encuentro "no pidiendo"
quizás por omnipotenia o por algún orgullo matador!!!!
Muy lindo, Betty, la humildad ante todo ...
Un grande Galeano.
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