Sabemos que fue reglamentada la Nueva Ley de Servicios audiovisuales o la ley de medios como se la conoce. Este hecho nos enfrenta a la gran oportunidad de darle vuelo a la imaginación. Acompaño con párrafo de la nota de Mario Wainfeld del día de hoy en página que se expresa al respecto:
"El mundo no cambia de un día para otro, tampoco el espectro audiovisual. Amanece, eso sí, un nuevo escenario que abre virtualidades, regula o impone una serie de cambios. El más resonante es el que habilita la posibilidad de abrir más frecuencias y de destinar un tercio del espectro a emisoras no públicas sin fines de lucro.
Pero quizá el más inmediato es la obligación de propagar contenidos de producción nacional o local. Esa perspectiva interpela a productores, creadores, trabajadores de la cultura y comunicadores, que fueron masa crítica de los apoyos a la ley. Uno de los efectos de la ley más fastidiosos para el establishment mediático fue su (más que entusiasta, militante) aceptación por intelectuales, artistas, músicos, cineastas, entre otros colectivos. ... ...Levantadas las compuertas, ahora les cabe laburar, proponer, crear, articular. Un desafío fascinante, para nada sencillo, pero que juega a favor del pluralismo, el enriquecimiento cultural, la búsqueda de la propia voz".
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