Señores de mi oscuridad, tenebrosos cancerberos del alma...
Mis días se enlutan encerrados detrás de enormes alas negras .
Angustiosas serpientes que me consumen .
He pasado la mitad de mi vida mirándolos con pavor, impotente y desolada sin poder caminar por los pasillos oscuros de mi mente.
Demonios de mis rabias y terrores, de las locuras sin certezas. De mi sexo abatido y renacido mil veces, orgasmos inmersos en la hiel de la ira .
Desoladores íncubos penetrándome sin tregua, ungiéndome de helada esperma para parir nuevos terrores.
Desde la inmensidad de la noche y en la cornisa áspera de los tejados, las gárgolas de piedra despertarán de su letargo inmortal.
¡Que salgan a la luz los recovecos y escondrijos de lo turbio! El invierno se alargó demasiado y todo ha quedado sepultado bajo el manto inerte del miedo.
Y ya es tiempo de vivir.
Abriré las ventanas de mi mente, dejaré que el sol incendie las largas sombras y por fin los veré deshacerse como nubarrones dispersos en negras bocanadas.
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