Realidades Imaginarias


La Educación
Por David Pau

Cuando le dije a mi padre que quería estudiar antropología, se enojó mucho y me desheredó... El se fue de casa, a vivir a Europa, cuando tenía 16 y de vez en cuando viajaba a la Argentina por negocios y demás. Yo terminé el secundario y se lo comenté.
El punto es que me tuve que costear los estudios y no fue sencillo...
Viví con personas que no conocía, en casas de familia, en departamentos, pensiones y demás... A veces tenía que viajar a Bs. As. dejando un cuatrimestre sin cursar para trabajar y juntar el dinero para seguir en carrera. En los veranos trabajaba como conserje en una hotel de Gesell (de día iba a la playa y por las noches trabajaba). A veces no tenía para comer y mis amigos de la facultad o compañeros me invitaban un plato de fideos con tuco... Esta es la comida clásica del estudiante del interior, con salsa recién llegada por encomienda, con una carta de los padres). Mi última casa tenía una vid y al llegar el verano, reventaba de uvas! Recuerdo que duraban hasta marzo, inclusive... A veces, desayunaba uvas, almorzaba uvas y cenaba uvas...
Tuve etapas difíciles, muchas y otras no tanto. Pero jamás bajé los brazos... He llegado a quedarme sin el dinero del alquiler y me dejaban en la calle, en invierno... Mis compañeros de habitación me hacían entrar por la noche, cuando la dueña estaba ocupada y yo dormía debajo de la cama de alguno... Eso lo hice durante algún tiempo. Llegaba a la noche y me iba temprano a la mañana.... Una vez me alimenté con pochoclos por casi 10 días.... Y casi me muero! ja,ja,ja! Me robé una bandeja de masas finas de un evento en la facultad de ingeniería y algún que otro paquete de galletitas de un amigo descuidado... ja,ja,ja! (pero tarde o temprano las reponía).
Pedía apuntes, tomaba notas como loco y me pasaba horas en la biblioteca, buscando apuntes y resumiendo, en vez de fotocopiar...
He pasado las mil y una... Fríos de muerte, en la estación de Olavarría o en Plaza Constitución (el ómnibus era muy caro para viajar). El guarda nos cobraba, a mí y a otros chicos, una cometa para zafar el pasaje... Y nos preguntaba “cómo van con los estudios? No aflojen...”. A veces nos dejaba viajar en 1º clase (estaba mejor calefaccionado y se viajaba mejor).

Con todo, con buenas y malas... Jamás olvidé el camino hacia la facultad, con la imagen del sistema serrano de fondo... El verde y las vacas que pastaban en el campo adyacente a la misma, los atardeceres en otoño y las temperaturas altas de diciembre, con un sol que te partía en dos...
El trato personalizado, los mates (aunque yo solo tomaba té y era objeto de burla de los demás). Los amigos que hice en todos esos años, el guarda de tren y el jefe de estación... Las salsas de las madres anónimas que me calentaban la panza. Los 15 o 20 min. que robaba de internet en del depto. de alumnos para leer un mail de algún amigo en Bs.As.
Mensajes de texto, que recibía, pero no respondía... Llamadas, palabras de aliento... Sonrisas saladas, con sabor a lágrimas...

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