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Es arriesgado pensar, y tal vez de eso se trate, en qué punto se dividió la cuestión de género (mujer) con la categoría de débil (marginalidad). La mujer nos ha puesto en superficie un conflicto que parecía no existir. En el intento de abordar el tema, fueron las mujeres, personalidades, identidades, las que cuentan desde ellas este número. Fueron las propias mujeres, “las destacadas”, las que nos dijeron en pocas palabras que el del género no es un tema exclusivo de la mujer. Nos dice Hebe de Bonafini: “Yo no estoy con el feminismo (…) Yo lucho contra el capitalismo“. Fanny Edelman (internacionalista destacada en la Guerra Civil Española y presidenta de la Federación Mundial de Mujeres) dijo que la lucha por la mujer, es la lucha por un sujeto doblemente explotado, pero que no se confunda esto con la idea “machista” de que serán las mujeres las que salvarán al mundo de la depredación humana. Y para complejizar el debate, sobrevino Liliana Herrero que nos contestó tajante y no por eso despreocupada: la cuestión importante es y sigue siendo la marginalidad.
¿Cuál es el lugar que ocupa la mujer hoy?
En un contexto en que la familia, como órgano primario, está atravesada por una profunda crisis institucional, las mujeres -por sus luchas y conquistas logradas- son resignificadas por la sociedad. El imaginario social las vio siempre como “amas de casa” y hoy afirma, sin ataduras, que está todo servido para que gobiernen al mundo. El desafío que nosotros proponemos es no atar la cuestión de género a lo genital. La cuestión de sexo es biológica y la de género es social.
Si bien hoy la mujer ha ganado lugares a causa de sus conquistas, se dividió la cuestión de género de la cuestión de la debilidad. De la marginalidad. El hecho de que la importancia de la cuestión de género se haya centrado en la mujer, y con justa razón, fue a causa del rol que ocupaba dentro de la familia, y lo que eso significaba para el patriarcado y la sociedad burguesa. Es comprensible que la mujer haya llegado a lugares destacados dada su lucha de reconocimiento a lo largo de los siglos, pero ahora que se diversifica la cuestión de la sexualidad y se reconoce la heterogeneidad, ya lejos del binomio “hombre-mujer”, vemos cómo la lucha de género también es la de los gays, lesbianas, travestis y toda identidad sexuada. Hoy, al entrar en crisis la familia en su forma tradicional, cobra profundidad volverse a preguntar quién ocupa ese lugar que dejó la mujer: la marginalidad.
Es arriesgado pensar, y tal vez de eso se trate, en qué punto se dividió la cuestión de género (mujer) con la categoría de débil (marginalidad). La mujer nos ha puesto en superficie un conflicto que parecía no existir. En el intento de abordar el tema, fueron las mujeres, personalidades, identidades, las que cuentan desde ellas este número. Fueron las propias mujeres, “las destacadas”, las que nos dijeron en pocas palabras que el del género no es un tema exclusivo de la mujer. Nos dice Hebe de Bonafini: “Yo no estoy con el feminismo (…) Yo lucho contra el capitalismo“. Fanny Edelman (internacionalista destacada en la Guerra Civil Española y presidenta de la Federación Mundial de Mujeres) dijo que la lucha por la mujer, es la lucha por un sujeto doblemente explotado, pero que no se confunda esto con la idea “machista” de que serán las mujeres las que salvarán al mundo de la depredación humana. Y para complejizar el debate, sobrevino Liliana Herrero que nos contestó tajante y no por eso despreocupada: la cuestión importante es y sigue siendo la marginalidad.
“La mujer es la tierra, la fertilidad su único sentido”
“María es el arquetipo de la auténtica promoción femenina. El papel fundamental de la mujer es como madre, defensora de la vida y educadora del hogar. El matrimonio, la maternidad y la familia son valores fundamentales. No puede haber progresos reales a expensas de estos valores“, dijo el prelado, el arzobispo de Tucumán, monseñor Luis Villalba. La iglesia y toda su guerra contra el aborto y el control de la natalidad, además de ser moral y doctrinaria, es fundamentalmente política. Ese cuerpo de la mujer debe manifestar que tiene dueño. Que la Iglesia necesite mantener al margen a la mujer, identificarla como sexo débil no tiene esto que ver con una razón moral, sino con una dominación fuerte. Una dominación que expresa las relaciones sociales imperantes, donde son los fuertes, los poderosos, quienes señalan y etiquetan: mamá, conchuda o puta.
En Argentina se produce un aborto clandestino por minuto y muere una mujer cada tres días por esta práctica. Las cifras sobre abortos clandestinos oscilan entre las 400 a 700 por año. ¿A qué finalidad obedece mantener en las sombras esta realidad, que es sabida por todos, inunda a toda la sociedad en su conjunto?
La ministra de la corte suprema de justicia Carmen Argibay colocó en el centro de la escena esta cuestión. “El aborto es un drama de mujeres pobres, jóvenes e ignorantes que no acceden a la educación ni a los métodos anticonceptivos. Abrir el debate es hablar de la dignidad, la igualdad y la libertad de la mujeres”.
Lo único que debe primar es la autoridad moral de las mujeres. La decisión sobre su cuerpo significará trascender la marginalidad a la que son sometidas.
Marginalidad que también se cristaliza en los medios de comunicación. Hace rato ya que la mujer ocupa los primeros planos de la televisión y los diarios en casos de violación.“Asesinato pasional” es la superficial etiqueta que se pone para no pensar nada. Esa concepción que de los medios se desprende es la del lado del perverso, que si la víctima conocía al agresor, que si tenía una relación previa con él o si le dio un beso antes del hecho. La realidad es que es un gran equívoco llamarlos crímenes sexuales. La antropóloga e investigadora Rita Segato afirma que “es una agresión por medios sexuales, pero no con objetivos sexuales, porque en el imaginario patriarcal, que es hegemónico y en el cual estamos todos enredados la destrucción del cuerpo de la mujer es la desmoralización no tanto de aquella sino de los hombres que deberían ser capaces de tenerla bajo su tutela. Es la lección patriarcal de la sexualidad“.
En Argentina se produce un aborto clandestino por minuto y muere una mujer cada tres días por esta práctica. Las cifras sobre abortos clandestinos oscilan entre las 400 a 700 por año. ¿A qué finalidad obedece mantener en las sombras esta realidad, que es sabida por todos, inunda a toda la sociedad en su conjunto?
La ministra de la corte suprema de justicia Carmen Argibay colocó en el centro de la escena esta cuestión. “El aborto es un drama de mujeres pobres, jóvenes e ignorantes que no acceden a la educación ni a los métodos anticonceptivos. Abrir el debate es hablar de la dignidad, la igualdad y la libertad de la mujeres”.
Lo único que debe primar es la autoridad moral de las mujeres. La decisión sobre su cuerpo significará trascender la marginalidad a la que son sometidas.
Marginalidad que también se cristaliza en los medios de comunicación. Hace rato ya que la mujer ocupa los primeros planos de la televisión y los diarios en casos de violación.“Asesinato pasional” es la superficial etiqueta que se pone para no pensar nada. Esa concepción que de los medios se desprende es la del lado del perverso, que si la víctima conocía al agresor, que si tenía una relación previa con él o si le dio un beso antes del hecho. La realidad es que es un gran equívoco llamarlos crímenes sexuales. La antropóloga e investigadora Rita Segato afirma que “es una agresión por medios sexuales, pero no con objetivos sexuales, porque en el imaginario patriarcal, que es hegemónico y en el cual estamos todos enredados la destrucción del cuerpo de la mujer es la desmoralización no tanto de aquella sino de los hombres que deberían ser capaces de tenerla bajo su tutela. Es la lección patriarcal de la sexualidad“.
Ya desde La Biblia, la mujer ocupaba la categoría de costilla. Fue por el deseo de ella, que Adán mordió la manzana. Por ella sucumbimos al mundo, pecando. Durante siglos fueron tildadas de brujas, fueron mandadas a la hoguera. ¡Es tan sabida la historia de la mujer que tuvo que disfrazarse de hombre para ser reconocida! Su figura es tan sólo la superficie del problema. La puta alquila su cuerpo de “a ratos” como una asalariada, la esposa lo vende de una vez para siempre como una esclava.
La mujer nos dio la posibilidad de pensar su condición como la de todos. Las de los que queremos que nuestra voz se escuche, las de los agitados de la historia. En un mundo en crisis, en crisis de sentido, la mujer nos ayudó a juntar los mil pedazos de realidad en que nos rompieron. Lo importante es que para hablar de la marginalidad fue necesario, por mucho tiempo, hablar de la mujer, que representaba al sujeto débil. Hoy esa marginalidad es expresada en muchas causas, casi se puede decir que es la madre de todas las causas. El capitalismo no puede asumir la diferencia sino como desigualdad.
Julián Saúd.
3 comentarios:
Feliz día!
Para pensar, sin dudas.
bea, el otro dia fui por primera vez a una milonga!!! y te cuento que la sensacion que tuve fue, que tenemos que ganar espacios sin perder el más intrinseco nuestro "la naturaleza femenina"
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