La Telaraña






Amigas del alma.
Por Mariú Otaño







Siempre me gustó viajar,
moverme de un lado a otro,
quizas por ello no sufrí
el trabajo de mi padre…que
requería cada dos o tres años
cambiar de ciudad, por el contrario…yo lo disfrutaba.
Más viajes, más casas, más de todo para conocer…y
más amigos…desde ya.
“…tenés alma de gitana…” decía severa mi abuela,
mientras me miraba como tomaba mi tazón de café con leche y,
no alcanzaba a entender mi alegría ante cada mudanza.
El último destino de mi padre fue buenos aires,
(alli nos quedamos casi para siempre…bah… ellos,
porque yo me mudé…pero esa es otra historia…)
en esa ciudad la conocí a mi roja, mi hermana de la vida,
mi gran amiga.
En la escuela me miró ni bien llegué…con sus pecas
y su cabello encendido y me habló con su voz finita
que aún hoy pasados treinta años, no ha cambiado en nada.
Alborotada ella, tímida yo, nos entendimos
con sólo mirarnos…me invitó a tomar el té a su casa…al llegar
a la mía lo comenté con emoción…porque yo tomaba
la leche…y no el té…jajaja, mi madre se rió mucho
de aquella ocurrencia y le recordó a su niña rara, como me llamaba,
las costumbres de la ciudad.

Fueron miles de tés, miles de leches, de secretos,
enamoramientos, desencantos, risas contagiosas,
paseos, amigos, primeros novios, que ahora atesoramos
en nuestra caja de pandora de recuerdos, y que abrimos
con un mate…o un cuba libre si es verano y de tardecita…mientras
esperamos el asado…
En esta telaraña que es la vida, en esta red que uno y otro mueve,
…ambas saltamos hoy…tres décadas después,
para sentirnos, para llamarnos y para vernos.
Me fui al campo, ella quedó en la ciudad.
Volví a la ciudad y ella se fue al campo.
Pero a diario…movemos la telaraña y nos sentimos, nos entendemos
y…a veces, si el tiempo lo permite y los hijos…y
las obligaciones…fundimos el campo en la ciudad y visceversa,
en un abrazo profundo como sus ojos, e incendiado por su melena roja…
La morena y la roja tejen…
La roja y la morena se encuentran…
La morena y la roja…sienten que el tiempo sólo
por instantes se congela y se miran risueñas
como en el banco de la escuela…

2 comentarios:

Daniel M. Rigoni dijo...

Che Pataépalo, escriben muy lindo tus amig@s. Es un placer leerlos!

Helvia Catena dijo...

sí, viste... este último que publiqué de Mariú,
es maravilloso para mí porque habla de mis profundos afectos, esos que sólo aparecen en los recuerdos de quienes los hemos compartido.

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