En medio del revuelto final de un año muy significativo desde lo político, y en el entramado de laboriosos días en los que se escuchan gritos desde distintos ángulos que intentan dar contenido a la locura o mejor diríamos darle rienda suelta a la desesperación de algunos, al saber que lejos de cumplirse los agoreros presagios, se confirma y afirma un camino que los obliga y nos obliga a repensarnos, quiero, en medio de todo esto, que no pierdan la oportunidad de leer la columna de Aliverti del lunes en Página12 justamente para darnos una manito para comprender mejor la situación.
"La estimulación y la profundización del clima convulsivo eran tan impresionantemente previsibles que el periodista llega a dudar acerca de si acaso no se escapó algún disparador en efecto sorpresivo, espontáneo, imprevisto.
Pero no. No hay caso. Desde la muerte de Kirchner, lo único que no se podía acertar era el momento exacto en que el cínico recato por el luto dejaría paso al relanzamiento de las maniobras de agitación. Nada más. La mesa (les) había quedado servida. Y no importarían las enseñanzas de la impresionante manifestación popular frente al muerto, ni las encuestas que revelan un crecimiento significativo del apoyo al Gobierno, ni el asentamiento del consumo y de los grandes números de la economía. No.